En España ya se venden más bicicletas que coches, siguiendo la tendencia en el resto de Europa. Parece que la mentalidad va cambiando y que, lejos de considerar la bici como un "vehículo de pobres", en nuestro país comenzamos a verla como un vector de riqueza. La bicicleta es limpia, sostenible y saludable y muchos indicadores apuntan a que su uso en las ciudades crecerá en los próximos años. El coche ya no es el único objeto de deseo de los jóvenes, y la bicicleta, pasa de ser el juguete más frecuente en los hogares a un vehículo con vocación universal.
La crisis económica ha podido tener algo que ver, pero haciendo virtud de la necesidad, cada vez son más las ciudades españolas que apuestan decididamente como la bicicleta como vehículo urbano. Destaca especialmente Sevilla, que ya es considerada una de las ciudades más bicicleteras del mundo y que acapara buena parte de las miradas que antes se centraban en Vitoria, San Sebastián o Barcelona.
También la bicicleta eléctrica tendrá mucho que decir: sin perder ninguna de las virtudes de la máquina de pedalear suma la de una mayor autonomía y el alivio de orografías accidentadas, tan habituales en nuestro país. La bicicleta es, sin duda, una de las soluciones para la movilidad de las ciudades y para la reducción en el consumo de combustibles fósiles. Pese a quien pese, ya sean "lobbistas" del sector de automoción o defensores a ultranza de la obligatoriedad del casco, la ciudad ya no es comprensible sin la bici.
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